En 1931, un cartel de la Compañía Argentina de Tierras del Norte anunciaba, en el kilómetro 24, «la mejor oferta de lotes suburbanos». La parada del ferrocarril y la cercanía de la Av. Márquez, que comunicaba con Morón y con San Fernando, contribuyeron a mejorar la cotización de los terrenos. Ese fue el primer loteo que dio lugar a una nueva urbanización, la de José León Suárez.
La zona entre Av. Márquez y el Río Reconquista era un campo cruzado perpendicularmente por numerosos arroyos – la mayoría sin nombre – que, al desbordar, provocaban inundaciones. Para detener el avance de las aguas, un importante propietario de tierras, de apellido Figueroa, contrató a Carlos Tambuto, quien levantó terraplenes en un área de 160 ha. sobre el Reconquista.
Tras realizar los primeros trabajos y perforaciones, en los niveles más profundos de las excavaciones, se halló un tipo de arena apta para la construcción. Fue el estímulo para el comienzo de una nueva industria en la zona, la extracción de arena, utilizada en la edificación del Ministerio de Obras Públicas y en los subtes de Buenos Aires.
Los pozos formados durante la explotación arenera pronto dieron origen a un nuevo emprendimiento. Los hermanos Monteleone, que se habían iniciado en aquel trabajo, decidieron aprovechar las grandes fosas para construir una gran pileta de natación. La misma, que alcanzaba los 50 metros de ancho y tenía sus costados y el fondo construidos en cemento, comenzaba en José Ingenieros y Artigas y se continuaba hacia el Reconquista.
Habilitada el 5 de enero de 1937, el éxito fue tan inmediato como rotundo. Familias de todo San Martín la incorporaron como uno de los lugares recreativos predilectos y era común verlas agolpadas en las cercanías de la estación de tren, esperando que colectivos y coches las acercaran hasta su entrada. Pero los Monteleone disfrutaron poco tiempo de su exitosa idea. Un confuso manejo administrativo culminó con la decisión de un juez que dejó, la explotación del balneario, en manos de uno de sus empleados, de apellido Marimón.
Recién en la mitad los años 50, y en una operación donde intervinieron el Banco Hipotecario y el gremio de los colectiveros, se construyeron viviendas en doce manzanas, que dieron origen al Barrio UTA (Unión Tranviarios Automotor), con su calle Mitre asfaltada sólo en la parte media, por donde transitaba la línea de colectivos número 12. Poco después, allí se establecieron trabajadores de otros gremios, como el de los botoneros. Por su parte, en la zona opuesta, José León Suárez fue sede de establecimientos fabriles, textiles y metalúrgicos, y recibió una población mayoritariamente obrera.
En los años 60 se fundó la Sociedad de Fomento Martín Fierro que, al poco tiempo, se convirtió en la cooperativa del mismo nombre, principal propulsora de la instalación de servicios públicos, como la luz, el correo, una red sanitaria y la práctica deportiva. Además, organizaba bailes populares a la luz de faroles que llevaban los mismos vecinos.
En las décadas del 70 y el 80 comenzó una tendencia a ocupar los terrenos de las zonas más bajas. Así se multiplicaron diversos barrios precarios, con una importante presencia de gente proveniente del interior y de países limítrofes. Junto a ellos crecieron sociedades intermedias, vecinales y de fomento, como El Libertador, Independencia, Lanzone y numerosos centros asistenciales, que se encargan de las necesidades sanitarias básicas.
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