Muchas veces nos preguntamos por el origen de los nombres de los diferentes barrios que conforman a nuestra localidad. Un caso típico en ese sentido es el de Villa Marqués de Aguado, importante personaje que acompañó al general San Martín en diferentes momentos de su vida.
Esta nota procura simplemente difundir las principales características del quehacer de este singular personaje de nuestra historia.
Alejandro Aguado nació en España en 1784, iniciando su carrera militar como cadete en el regimiento de infantería de Jaén en 1798. Durante esos años enfrentó primero a los británicos y posteriormente a los franceses que, bajo las órdenes de Napoleón, procuraban dominar a la península Ibérica.
Este quehacer militar lo pondría en contacto con José de San Martín, quien también se desempeñaba en esos años críticos como oficial del ejército español, surgiendo entre ambos soldados una profunda relación que excedía la simple camaradería profesional.
Los dos amigos, se separaron en 1811, ocasión en que San Martín abandonó la península Ibérica para trasladarse a territorio americano, con el objeto de iniciar su epopeya libertadora.
Aguado, por su parte, continuó combatiendo a los franceses hasta la victoria final lograda en 1815 con la caída definitiva de Napoleón. Se trasladaría luego a París, donde se convirtió en un exitoso banquero, desarrollando importantes servicios financieros para su país, en ocasión de la liquidación de las deudas que el gobierno español mantenía con Gran Bretaña y Francia.
El éxito de estas negociaciones lo convirtieron en banquero personal del entonces rey de España, Fernando VII, quien lo condecoró y distinguió con el título de Marqués de las Marismas de Guadalquivir.
Hacia 1830, renovó su amistad con el Libertador – surgida en los antiguos días de lucha -, y lo convenció para que se radicara en el elegante suburbio parisiense de Grand Bourg.
Durante los siguientes doce años, sería vecino de San Martín, ya que se hizo cargo de financiar la compra de dos fincas – la propia y la del general -, porque este último se encontraba en una difícil situación económica.
La amistad entre los viejos camaradas de armas se hizo más estrecha aún durante estos años, haciendo Aguado construir un pequeño puente que servía para superar el arroyo que separaba a su finca de la del amigo querido.
Alejandro Aguado auxilió económicamente a San Martín en diversas oportunidades hasta 1842, año en que falleció, constituyéndose en ejemplo de amistad franca y desinteresada.